lunes, 22 de abril de 2013

CARDENAL JORGE UROSA SAVINO / “Es necesario resolver esta crisis, hay que bajar el tono”

• “Benedicto XVI estuvo muy presente en el corazón y en la mente de los cardenales” que eligieron al papa Francisco. “Hubo un ambiente de elevación… Nos guió el Espíritu Santo” • A la Iglesia Católica le preocupa la violencia en el mundo y en Venezuela, la secularización y la falta de entendimiento para la convivencia • “No se puede estar permanentemente, amenazando, con tono agresivo”, dijo el Arzobispo de Caracas, luego de afirmar que la Conferencia Episcopal está dispuesta a recibir al presidente Nicolás Maduro

Por MANUEL ISIDRO MOLINA



El cardenal Jorge Urosa Savino es una persona afable, atenta y sencilla. Nos recibió en la residencia oficial de los arzobispos de Caracas. A sus setenta años de vida y cuarenticinco de sacerdocio, este ilustre caraqueño tuvo el privilegio de participar en el cónclave de cardenales que designó al primer Papa latinoamericano, Francisco, el pasado 13 de marzo.

  “Ha sido una gran responsabilidad –confesó- ser el segundo venezolano que en la historia de la Iglesia ha participado en un Cónclave. El primero fue el cardenal José Humberto Quintero”, quien estuvo en las reuniones cardenalicias que eligieron a Pablo VI (1963); y Juan Pablo I y Juan Pablo II, ambos en 1978, por muerte repentina del primero. “Hubo un ambiente de búsqueda de consenso, fraterno, de unión, de lo mejor para la Iglesia, de gran elevación, de paz espiritual, en el cual no se dio ninguna de esas notas negativas difundidas por cierta prensa europea”.

-¿Versiones de una Iglesia en derrumbe?

-A eso voy. Nada qué ver. Eso fue una exageración verdaderamente mediática, en el sentido peyorativo de la palabra. Cierta prensa europea presentó una serie de problemas reales como una cosa catastrófica, algo que iba a dominar el ambiente del Cónclave. Entre esos asuntos adversos refirió presuntos “conflictos internos”, los “abusos sexuales de hombres de la Iglesia… la pederastia” y otros “problemas sobredimensionados” como “cuestionamientos sobre el Instituto para Obras de Religión” (Banco Vaticano).

A su juicio, esas anomalías fueron consideradas, pero no debe generalizarse pues la Iglesia Católica incluye a más de mil doscientos millones de personas en el mundo, y “unos cuatro mil obispos”. “Más bien, fue un ambiente de gran interés por los grandes problemas del mundo –reveló el Cardenal venezolano, XV Arzobispo de Caracas-. El problema de la secularización, el sacar a Dios de la vida social, el olvido de Dios; el problema, muy importante para nosotros, de la evangelización, la necesidad de hacer más presente a Jesucristo en el corazón de los seres humanos; problemas de nuestra labor propia.” El cónclave cardenalicio también tuvo muy presente “los conflictos bélicos terribles en el mundo entero, es decir, la falta de conciencia de fraternidad mundial”.

-¿La ausencia de Benedicto XVI, no estuvo muy presente?

-Benedicto XVI estuvo muy presente en el corazón y en la mente de los cardenales. Él realizó una labor muy bella al servicio de la Iglesia, en continuidad con Juan Pablo II, y realmente dejó una estela extraordinaria de elevación religiosa, y su gesto de renuncia más bien lo enalteció, porque fue un gesto de una gran humildad, gran valentía y gran amor a la Iglesia. De manera que el Papa se engrandeció con su renuncia.

-¿Qué más privó en esas deliberaciones?

-Discutimos con gran libertad, una gran franqueza y, al mismo tiempo, con gran respeto, los problemas más serios de la Iglesia. En esos ocho días, se fue perfilando la figura, el perfil, de cómo debía ser el Papa, un hombre de Dios, un hombre que promoviera la renovación interior de la Iglesia, que la Iglesia sea más fiel a Jesucristo, que viva mejor el Evangelio, que viva mejor los Diez Mandamientos. Hablamos de todos los fieles, pero nos incluimos nosotros también.

-La rectoría tiene mayor responsabilidad…

-Claro, más responsabilidad y más conciencia de ese deber. De manera que buscamos un hombre que promoviera esa renovación interior de la Iglesia, la evangelización, que estuviera en sintonía de los problemas más graves de los seres humanos, que llevara a la Iglesia a una mayor cercanía con el pueblo. Y eso, poco a poco, se fue cuajando en torno a la figura del cardenal Jorge Mario Bergoglio, el 13 de marzo.

Luego de un breve silencio, Urosa Savino transmitió su satisfacción: “Yo quedé verdaderamente encantado, allí estaba uno como sobrecogido por el ambiente”.

-¿La reacción inicial del cardenal Bergoglio, una vez electo, cómo la percibió?

-Fue muy serena. Él es un tipo de una gran personalidad… Hay que tener en cuenta que en el Cónclave anterior, él había sido un candidato muy fuerte. Lo aceptó con una gran naturalidad, con una gran sencillez.

-¿Recuerda cuál fue su primera frase?

-No recuerdo.

-¿O lo que más le impactó?

-El hecho de que él escogiera como nombre Francisco, porque eso ya es como un programa: San Francisco es, para la Iglesia toda, símbolo de la identificación con Jesucristo, la elevación religiosa, el desprendimiento de las cosas de este mundo, la promoción de la fraternidad, la búsqueda del amor por encima del odio…

-¿El papa Francisco envió algún mensaje a los venezolanos o a América Latina, tomando en cuenta que es la región del mundo con más feligreses?

-Yo hablé con él, en la residencia donde nos hospedamos, la noche del 14 de marzo. Coincidimos en la misma mesa, en la cena, conversamos de muchas cosas, pero hablamos cosas sencillas. Yo creo que el mensaje es lo que él ha ido diciendo a lo largo de estos días: Precisamente, la cercanía a los pobres, la fraternidad, la necesidad de la misericordia, del entendimiento entre todos, el acercarnos a Dios.

-Habitualmente, la llegada de un Papa genera expectativas y cambios. ¿La Conferencia Episcopal Venezolana tiene previsto hacer alguna reunión sobre el paso de Benedicto XVI a Francisco?

-Nosotros nos conseguiremos, Dios mediante, a finales de abril. Tenemos prevista una reunión de los obispos, para los asuntos ordinarios nuestros. Ahí, seguramente, trataremos ese tema, pero las líneas fundamentales de la acción pastoral de la Iglesia en Venezuela, han sido ya trazadas. Por supuesto, estaremos muy atentos a lo que el Papa Francisco nos esté diciendo en estas últimas semanas. Creo que habrá un gran énfasis en mayor cercanía al pueblo, a los pobres.

-¿Cómo considera la salud de la Iglesia Católica venezolana?

-Yo la considera buena. Hemos crecido muchísimo en los últimos veinte años, en cuanto al número de diócesis y sacerdotes, al número de parroquias y seminaristas, en relación a hace treinta años. De manera que tenemos una serie de cosas bastante buenas. Pero, claro, la buena salud no exime de que uno tenga un refriado o un dolor de cabeza.

-¿Cuál es el “resfriado” que más le preocupa?

-(Risas) El resfriado que más me preocupa es en Caracas, específicamente, porque en Venezuela es diferente: La falta de vocaciones sacerdotales. Explicó que en Zulia, los Andes y Lara, por ejemplo, “el número de vocaciones se mantiene estable, inclusive ha ido creciendo, pero en la zona central y en el oriente tradicionalmente tenemos problemas, desde los tiempos de la Independencia y la Guerra Federal” por los altos niveles de destrucción ocasionados. “Las guerras devastan, disuelven las familias, crean problemas de todo tipo”.

-Siendo uno de los rasgos más preocupantes de Venezuela, ¿cómo se ha planteado la Iglesia contribuir a revertir el problema de la violencia?

-A través del trabajo pastoral que hacemos, a través de la educación de los muchachos, los valores familiares. Pero, hay un problema: En los últimos años, se ha restringido muchísimo la capacidad de impartir la educación religiosa en las escuelas. Eso es un gravísimo error. Se ha puesto cortapisas a que en las escuelas públicas se imparta la religión como asignatura permanente, y a esos niñitos se le está haciendo el daño de no hacerles ver que ellos son hijos de Dios, que están llamados a vivir como hermanos, que Dios está con nosotros y nos sana, que tenemos que convivir, porque la religión es precisamente un factor de integración social y humana.

-Hay una serie de elementos que inciden en esta pérdida de valores, en estos grados de violencia. Por un lado, el discurso político, en general, no estoy hablando de parcialidades; y por otro lado, contenidos negativos de medios de comunicación social. ¿Qué puede hacer la Iglesia?

-Con respecto a los medios de comunicación, algo que hacemos permanentemente, pedimos que mejoren los contenidos de esas transmisiones. Y en relación al ambiente político, permanentemente hemos estado resaltando la necesidad de que se baje el tono de agresividad. Eso es lamentable. ¡No nos hacen caso! Y cuando yo he hablado de la inseguridad y la violencia, me han dicho que me estoy metiendo en política.

-¿Está, usted, dispuesto a hablarlo con el presidente Nicolás Maduro?

-Por supuesto, que sí.

-¿Recibirían al presidente Maduro, en la Conferencia Episcopal?

-Claro, que sí. Fíjese: Hemos publicado una declaración de la Conferencia Episcopal en la que la Iglesia ofrece sus buenos oficios para procurar que haya un diálogo entre las partes que están actualmente en conflicto. Es necesario resolver esta crisis. Hay que bajar el tono.

-El país estuvo en vilo, lunes y martes. Me horrorizó que hubo ocho asesinatos, quema de casas partidistas, agresiones de diverso tipo…

-Sí, claro.

-Pensé que estábamos en la antesala de una guerra civil…

-Dios mediante, eso no va a suceder. Eso no va a darse nunca.

-Amén.

-Yo espero que no se dé. Pero, sí, hay mucha gente exaltada en ambos sectores enfrentados. Es muy importante que haya un llamado a la calma, la paz, la serenidad, y que el discurso no sea de confrontación permanente. ¡Eso no conviene! Y para que el país progrese, es necesario que haya entendimiento, diálogo y unión entre todos los venezolanos. Y en esto, el gobierno tiene la mayor responsabilidad.


DE LA CARACAS AMENA A LA METRÓPOLI VIOLENTA

-¿Cuál es la diferencia de la Caracas de su tiempo de seminarista, con la Caracas de su tiempo de Cardenal?

-Ja, ja, ja… ¡Imagínate, tú! Toda persona añora mucho su niñez y su juventud. La Caracas de los años 50 y 60, era una Caracas sumamente grata… Todo el mundo iba caminando con un rostro risueño. Era una cosa distinta, porque era una ciudad menos agitada, con menos tráfico (automotor), la gente iba a almorzar a su casa, comía lo que gustaba, estaba con la familia un ratico, y se iba a trabajar de nuevo. Era todo más fácil. La Caracas de hoy es mucho más convulsionada, donde no ha habido buen desarrollo urbanístico, las vías de comunicación de la ciudad son las mismas de hace treinta años, y el número de habitantes ha crecido inmensamente, el volumen de vehículos, el transporte no ha sido bien gerenciado. Me refiero a los últimos veinte años… Todo esto hace que Caracas sea una ciudad muy difícil, y eso me lleva a decir que debemos vivir como hermanos, como buenos vecinos, ayudarnos, procurar resolver los problemas y no crearle problemas a los demás, la convivencia en las comunidades, en los barrios.

-¿Un problema de valores?

-Sí, es un problema de valores, de relacionamiento, de entendimiento, que debemos mejorar permanentemente. De manera que yo sí añoro esa Caracas de los años 55-60, cuando yo tenía de 15 a 20 años.

-Era muy libre, Caracas…

-Muy amena.

-Casi no había riesgos.

-Claro que no, no había estos riesgos de hoy. Lamentablemente, ha habido un incremento de la delincuencia, ha crecido exponencialmente.


JORGE LIBERATO UROSA SAVINO

Nació en Caracas, el 28 de agosto de 1942. Ordenado Presbí¬tero el 15 de agosto de 1967, el papa Juan Pablo II lo nombra Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Caracas, el 13 de julio de 1982. Arzobispo de Valencia desde el 25 de Mayo de 1990, fue ordenado Arzobispo de Caracas el 19 de septiembre de 2005, por el Papa Benedicto XVI. En el Consistorio efectuado en Roma, el 24 de marzo de 2006, fue creado Cardenal por Benedicto XVI, quien lo designa miembro de la Pontifica Comisión para América Latina y del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Actualmente, también ejerce como 2° Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. / manuelisidro21@gmail.com / @manuelisidro21